Cap. (V): La Gran Pirámide: otra perspectiva (II).

En nuestro anterior post hemos visto la primera parte (de 9) del famoso documental del doctor Jiménez del Oso sobre la “Gran Pirámide“. Es sin duda un documental con una puesta en escena magnífica, logrando captar el interés (incluso la fascinación) del espectador desde el primer segundo.

Una precisa elección de adjetivos, un ritmo pausado con aires de sapiencia y una voz en off firme y segura logran envolver al documental (y al espectador con él) en un increíble halo de magia, misterio e imposibles. La falta de rigor científico queda rápidamente ‘camuflada’ bajo la sábana de la altilocuencia, la fantasía y la imaginación; poniendo bajo tela de juicio sin ningún rubor a los más prestigiosos historiadores, egiptólogos, arquitectos, ingenieros,….

En nuestro Capítulo IV dedicado a la «Gran Pirámide» ya pudimos comprobar que haciendo ‘las cuentas‘ desde la lógica y el raciocinio, el tiempo de construcción de nuestro admirable monumento no da la impresión de ser un imposible ni una cuestión sobrehumana. Por mucho que el doctor Jiménez del Oso se empeñe, no sólo es que fuera posible sino que además incluso la cifra de trabajadores no debió de ser estratosférica.

En dicho Capítulo IV también quedo bastante claro que el número de bloques de piedra que componen la «Gran Pirámide» (apróx. un millón) no es tan grandilocuente ni inmenso como trata de hacernos creer nuestro difunto psiquiatra (3 millones), por mucho de que trate de impresionarnos con una serie de comparaciones banales más cerca de la humorística que de la realidad.

Las canteras de las que se extraían los bloques no estaban, ni mucho menos, a distancias desorbitadas de la construcción. Los análisis químicos de la piedra demuestran claramente, y sin lugar a dudas, que las canteras estaban ubicadas tanto en la propia meseta de Guiza, en su mayor parte, como en las canteras de Tura y en el Moqattam, estas dos últimas muy cerca de la moderna ciudad de El Cairo.

Es fácilmente comprobable (una simple inspección visual es suficiente) que los bloques no se colocaban con precisión (simplemente se soltaban). Sólo se encajaban lo mejor posible los externos (unos pocos miles de bloques) y los bloques de recubrimiento. La precisión a la que alude nuestro ‘rey del misterio‘ («con la misma exactitud que si fueran prismas ópticos«) a la hora de cortar los bloques se desvanece con una turística excursión alrededor de la pirámide y comprobando ‘in situ‘ que cada uno de los bloques tiene medidas diferentes (comprobación para la que no hace falta utilizar instrumento de medida alguno).

En cuanto a las inexplicables y avanzadísimas técnicas de construcción de la «Gran Pirámide» (que según el autor del documental ni los arquitectos actuales pueden explicar) sólo decir que fueron tan simples y rudimentarias como utilizar rampas (¿ninguno de vosotros las ha utilizado alguna vez?). La utilización de rampas para la construcción de pirámides (por ejemplo la de Sinki al sur de Abidos, la de Sejemjet en Sakkara, las de Sesostris I y Amenemhat III en Lisht, la de Maidum,…) y templos (como por ejemplo el de Karnat) queda demostrada por los restos encontrados en Egipto. Los restos están ahí y todos los turistas ocasionales podemos verlas y reconocerlas sin haber estudiado Arquitectura. Estas rampas estaban formadas por dos muros de roca que se rellenaban con piedras y tierra (la rampa del templo de Karnat es de adobe pero se rellenaba de forma similar).

Por los restos encontrados en la «Gran Pirámide» hubieron de utilizar dos rampas para manipular los bloques de piedra. Se ayudaban de palancas para moverlos, dirigirlos y colocarlos. Desde octavo de E.G.B. conocemos la famosa ley de la palanca y los beneficios que podemos obtener de ella («dadme un punto de apoyo y moveré el mundo» Arquímides). Por cierto, ley solamente entendible por mentes avanzadísimas venidas de Raticulín por lo menos :).

Las cuestiones sobre el increíble nivelado del terreno envidiado por los actuales e ‘ineptos‘ topógrafos del momento y la astronómica exactitud en la orientación de sus caras imposible con los medios de nuestra generación, son rebatibles facilmente. Las técnicas utilizadas para conseguir esa nivelación y esa exactitud pueden dejarnos ‘pasmados, pero no por su complejidad sino por todo lo contrario: por su simplicidad. Hablaremos de estos métodos en los siguientes posts.

«Aunque esté ahí, la Gran Pirámide no existe.»

En la segunda parte del documental, el doctor Jiménez del Oso nos obsequia con un apasionante viaje por el interior de la pirámide que hay que reconocer que tiene mucho mérito y que es todo un deleite para todos aquellos que no hayan tenido la oportunidad de adentrarse en las extrañas de tan grandioso e incomparable monumento.

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Una respuesta a Cap. (V): La Gran Pirámide: otra perspectiva (II).

  1. Tino dijo:

    La tehoría de las rampas ha sido descartada hace tiempo. Por lo que he leído sería una obra tan grande como la propia pirámide.

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