Autoridad o poder

«Lo de tener poder es como lo de ser una señora.

Si tienes que recordárselo a la gente, malo.»

Siempre que dos o más personas se reúnen con un propósito, hay una oportunidad de liderazgo.

Liderazgo: El arte de influir sobre la gente para que trabaje con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común.

Poder: La capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque preferiría no hacerla, haga tu voluntad debido a tu posición o tu fuerza.

Autoridad: El arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que tú quieres debido a tu influencia personal.

La autoridad consiste en conseguir que la gente haga tu voluntad voluntariamente, porque tú les has pedido que lo hagan.

El poder se define como una capacidad, mientras que la autoridad se define como un arte. Ejercer el poder no exige inteligencia ni valor. Se puede estar en una posición de poder y no tener autoridad sobre la gente. Y, a la inversa, se puede tener autoridad sobre la gente y no estar en una posición de poder. El poder se puede comprar y vender, se puede dar y quitar. El poder desgasta las relaciones dando paso al fenómeno habitual llamado rebeldía. La autoridad tiene que ver con lo que tú eres como persona, con tu carácter y con la influencia que has ido forjando sobre la gente. La autoridad y la influencia son la manera de conseguir que la gente haga lo que tiene que hacer.

Si hay que recurrir al ejercicio del poder es porque ha fallado nuestra autoridad. O peor aún, ¡puede que, para empezar, no tuviéramos ninguna autoridad!

La gente de poder se siente por lo general amenazada por la gente de autoridad.

Las características y capacidades principales de las personas con autoridad son:

Honrado, digno de confianza.
Ejemplar.
Pendiente de los demás.
Comprometido.
Atento.
Exige responsabilidad a la gente.
Trata a la gente con respeto.
Anima a la gente.
Actitud positiva, entusiasta.
Aprecia a la gente.
Sabe escuchar (es uno de las capacidades más importantes que un líder puede decidir desarrollar).

Todas estas características son comportamientos; ¡¡¡y el comportamiento es materia de elección!!! Todo el mundo quiere cambiar el mundo, pero nadie quiere cambiarse a sí mismo.

El liderazgo consiste en conseguir que la gente haga una serie de cosas. Cuando trabajamos con gente, cuando queremos conseguir que la gente haga cosas, nos encontramos siempre con dos dinámicas: la tarea y la relación humana.

Es fácil que los líderes desequilibren la balanza en favor de una de las dinámicas, y claro está, en detrimento de la otra. Por ejemplo, si nos centramos sólo en que se lleve a cabo la tarea y descuidamos la relación nos encontramos con cambios permanentes de personal, rebeldía, falta de calidad, bajo nivel de compromiso, bajo nivel de confianza y otros síntomas igualmente indeseables. Por otro lado, si el líder no consigue que se lleven a cabo las tareas asignadas, y sólo se ocupa de la relación humana, puede que sea estupendo como canguro, pero desde luego no será lo que se dice un líder. Por lo tanto, la clave del liderazgo es llevar a cabo las tareas asignadas fomentando las relaciones humanas.

Promovemos a nuestro mejor conductor de carretillas elevadoras al puesto de supervisor, y de paso creamos dos problemas nuevos: ¡perdemos a nuestro mejor conductor y nos encontramos con un supervisor infame!

Las familias que funcionan, los equipos que funcionan, las iglesias que funcionan, los negocios que funcionan, todos tienen que ver con relaciones humanas que funcionan. Los grandes líderes de verdad poseen el arte de construir relaciones que funcionan.

¿Cuál es el ingrediente más importante para conseguir una relación que funcione? La respuesta es muy sencilla: CONFIANZA. La confianza es lo que permite cimentar los distintos elementos de una relación.

Resumiendo, el líder es alguien que identifica y satisface las legítimas necesidades (no los deseos) de su gente y quita todo obstáculo para que puedan servir al cliente. El líder debería estar siempre más pendiente de las necesidades que de los deseos. El liderazgo que perdura en el tiempo debe estar fundado en la influencia o autoridad. La autoridad siempre se funda en el servicio, o en el sacrificio por aquellos que dirigimos, y que a su vez consiste en la identificación y satisfacción de sus legítimas necesidades.

El liderazgo empieza con la voluntad, que es la única capacidad que, como seres humanos, tenemos para que nuestras acciones sean consecuentes con nuestras intenciones y para elegir nuestro comportamiento. Con la voluntad adecuada, podemos elegir amar, verbo que tiene que ver con identificar y satisfacer las legítimas necesidades, no los deseos, de aquellos a los que dirigimos. Al satisfacer las necesidades de los otros, estamos llamados, por definición, a servirles e incluso a sacrificamos por ellos. Cuando servimos a los otros y nos sacrificamos por ellos, estamos forjando nuestra autoridad o influencia. Y cuando forjamos nuestra autoridad sobre la gente, entonces es cuando nos ganamos el derecho a ser llamados líderes.

Capítulo 13 de la «Primera carta a los Corintios». El texto viene a decir que el amor es paciente, es afable, no es jactancioso ni engreído, no es grosero, no busca lo suyo, no lleva cuentas del mal, no se regocija con la injusticia, sino con la verdad, todo lo sufre, todo lo soporta. El amor no falla nunca. ¿Os resulta familiar esta lista de cualidades? Si, son las cualidades de un verdadero líder.

Paciencia — mostrar dominio de uno mismo.

Afabilidad — prestar atención, apreciar y animar.

Humildad — ser auténtico y sin pretensiones ni arrogancia.

Respeto — tratar a los demás como si fueran gente importante.

Generosidad — satisfacer las necesidades de los demás.

Indulgencia — no guardar rencor al que nos perjudica.

Honradez — estar libre de engaños.

Compromiso — atenerse a las propias elecciones.

Si en las reuniones con vuestra gente estáis los diez de acuerdo en todo, probablemente sobran nueve.

¡¡¡¡¡Liderazgo empieza por una elección, Tú eliges!!!!!

“Si no cambias de dirección, acabarás en el lugar exacto al que te diriges.”

Referencia: La Paradoja – James C. Hunter.

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5 respuestas a Autoridad o poder

  1. María rosa dijo:

    Que bueno verdades como puños

  2. Almudena. dijo:

    Muy certero Sr. Cros. Siga así y terminaré votándole.

  3. María rosa dijo:

    Eso es lo que hay que hacer mejor no lo vais a encontrar

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